Fuente: Techtarget.com
Capturar la mayor cantidad posible de datos a través de sensores y dispositivos conectados es inútil si no se les puede analizar para tomar decisiones inteligentes.
Hace más de medio siglo, el cofundador de Intel, Gordon Moore, enunció la ley que hoy se conoce con su nombre y que plantea que cada año se duplica el número de transistores que puede contener un procesador. Con el tiempo, este período se amplió a dos años, pero la certeza de aquella añeja afirmación terminó dando forma a una concepción del mundo y a un conjunto de posibilidades tecnológicas que ni el más optimista de nuestros abuelos se hubiera imaginado.
Dicha capacidad de procesamiento genera hoy una avalancha de datos que, a todas luces, está lejos de detenerse. Esto ya lo establecía un informe de IBM, refiriendo que el 90% de la información en la historia de la humanidad se ha creado o recolectado en los últimos dos años.
Por eso hoy, en pleno proceso de transformación digital, las empresas deben ser capaces de anticipar las tendencias y adaptar sus procesos en consecuencia. Para esto, una herramienta clave para la industria se basa en la internet de las cosas (IoT) y la analítica inteligente.
Problemáticas relacionadas con áreas tan variadas como estacionamientos inteligentes, marketing personalizado, eficiencia energética, reducción de consumo de combustible, optimización y eficiencia de flotas, automatización de flujos de tránsito o prevención, detección y predicción de fallas de equipamiento pueden hallar soluciones mediante la captura de datos y su respectivo análisis.
Chile no es ajeno a esta situación. La IoT se está introduciendo en el quehacer de las compañías a nivel local, y se proyecta que la bola de nieve que viene creciendo alcanzará su cúspide de aquí al 2020. Por ello, las mayores dificultades que hay por superar –o las mayores oportunidades para mejorar, si queremos ser más optimistas– tienen relación con la transmisión de datos y su correcto análisis.
La integración de estos dos elementos, IoT y analítica, es lo que permite atender necesidades que una empresa en particular pueda tener. Las posibilidades vinculadas a la internet de las cosas son atractivas, pero, por sí sola, esta tecnología no es suficiente para aportar valor al negocio. Se requiere una digestión de los datos y ahí es donde hay una gran oportunidad para que nuestro país lidere procesos a nivel regional.
En un año y medio, como máximo, no podrá haber una sola empresa de nivel que no tenga proyectos relacionados con estos elementos y que no esté utilizando la analítica para ofrecer soluciones efectivas al consumidor final. Evadir estas oportunidades no solo significaría perder presencia en el mercado, sino condenarse a un exilio inevitable.